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spanish.china.org.cn | 01. 05. 2025 | Editor:Elena Yang [A A A]

La fallida estrategia de presión arancelaria contra China: un bumerán que le romperá la cabeza a Washington

Palabras clave: presión arancelaria
Spanish.china.org.cn | 01. 05. 2025


Por Jorge Fernández


Estados Unidos busca fortalecer sus posiciones con estrategias calculadas e inmorales, pero al hacerlo, daña irremediablemente la imagen de sus instituciones y los principios que, en el pasado, lo habían colocado como líder de las libertades.


En el contexto de la guerra arancelaria, críticos de todas latitudes han argumentado en distintas plataformas por qué las acciones de Washington violan códigos que van desde lo legal hasta lo moral. En oposición a ellos, principalmente desde el seno de la burocracia estadounidense, funcionarios se afanan por defender las medidas, amparados en la presunta urgencia de reestructurar las relaciones económicas de Estados Unidos con el mundo. Haciendo a un lado las tesis de ambos bandos, hay un punto que debe ser abordado con urgencia, antes de caer en un debate que al tornarse bizantino, alejará a las partes del verdadero meollo del asunto: ¿Por que Estados Unidos se ha adjudicado el derecho de sacudir al mundo para solucionar sus propios problemas? Hiere a la dignidad nacional que sus agresiones hayan arredrado a muchas economías frente a la desmedida violencia implícita en los aranceles. China arremetió en contra, y lo hizo porque, por una cuestión de principio, un problema, sin importar cuál sea, no se soluciona ni sometiendo, ni amenazando ni poniendo en peligro la existencia de los interlocutores. China puede decir que no.

La desmedida violencia aplicada con los aranceles, similar a un revólver en la sien de las economías globales, no soluciona el problema sino que es, por encima de la diplomacia y la razón, un arma para amedrentar y, en última instancia, poner en posición sumisa a aquellos con intereses distintos a los del país norteamericano. Bajo esa óptica, cualquier tema internacional que afecte los intereses estadounidenses será abordado tomando a los impuestos como arma de negociación. Habrá que prepararse porque, a ojos de Washington, los problemas del país se gestan en su mayoría del exterior. Entonces, temas tan complejos como la migración, la seguridad, la inflación, el acero o la sanidad serán vinculados a las agendas de negociación con el extranjero, tomando, claro está, el tema de los aranceles como recurso de disuasión. Entre esas economías a las que Estados Unidos busca poner en cuatro está la de China, con la que ha formado un sistema de alta interdependencia en las últimas décadas. Junto a otras reclamaciones y en medio de amedrentamientos, Washington puso sobre la mesa el tema del fentanilo, el cual espera que China solucione en favor americano a cambio de aranceles benévolos.

China respondió de forma contundente, con un contraataque proporcional a la agresión lanzada, fijando impuestos a productos selectos de Estados Unidos. Detrás de todo esto, es evidente a ojos de China que el problema fundamental con Estados Unidos no es el fentanilo ni un problema en la balanza comercial. Es, por encima de esto, el propósito firme de frenar el desarrollo chino. Hoy es el fentanilo, mañana será el clima y en el futuro la alineación de los planetas. Washington lanza una guerra comercial contra China y, al hacerlo, busca herir al gigante asiático y aventajarlo en terrenos en donde los chinos llevan una clara ventaja. Ya orilló a China a emboscarse en una guerra de aranceles en la cual, se ha dicho hasta el cansancio, no hay ganadores. Esto ha tenido dos escenarios que a mediano y largo plazo cambiarán al mundo.

En primer lugar, la dirigencia comunista y el pueblo chino han logrado una unión inquebrantable para observar la relación con Estados Unidos. Juntos han establecido un frente común y, al amalgamarlo, han elevado el poder nacional, defendiendo con capa y espada el interés nacional y el derecho al desarrollo. En China se ha consolidado un poder unificado que constituye la base y la sustancia para defender los principios de la política exterior y su materialización en la escena internacional. Los chinos entienden que, de cara a un mundo complejo, los retos se encaran conjuntamente. Beijing está dispuesto a abordar problemas que atañen su relación con Estados Unidos, basándose en la convicción que el diálogo entre iguales y el respeto son principios universales para toda negociación. Bajo igualdad de posiciones, todos pueden aunar esfuerzos para alcanzar el bien común. Pero de cara a intentos para postrar a la nación china, la respuesta de China ha sido enfática: China no le teme a Estados Unidos y elevará su voz para impedir atropellos contra su soberanía, integridad y derecho al desarrollo.

En segundo lugar, las economías del mundo han entendido, sin muchas complicaciones, el propósito que esconde Washington con sus acciones: Hacer grande a la Unión Americana pero a costa de los intereses de la comunidad de naciones, especialmente los de las economías en desarrollo. Esto ha tenido un efecto positivo en la agenda de los países del Sur Global, que ahora se sienten más unidos ante las groserías, arbitrariedades y violaciones cometidas por Estados Unidos, las cuales van en detrimento tanto de sus intereses como del derecho internacional y las reglas del comercio globales. Estados Unidos busca fortalecerse con calculadas estrategias inmorales y reprobables. Al hacerlo, lamentablemente daña la imagen de sus instituciones y los principios que, en el pasado, lo habían colocado como líder y defensor de las libertades en el mundo. Washington ha logrado, paradójicamente, unir a los países del Sur Global, haciendo de ellos una fuerza poderosa con posibilidad de construir alternativas hacia un mundo mejor.

¿Quién le ha dado a Estados Unidos la autoridad para trastocar el orden internacional en aras de sus egoístas intereses? Ese poder se lo ha adjudicado él mismo sobre la base de su poderío militar y económico. Este poder dominante se ha topado de frente con China quien, de cara a un mundo expectante, puede decirle “NO” a Estados Unidos. El desafío que China plantea al poderío de Estados Unidos está tomando un rumbo que bien vale la pena observar. Más allá de la posibilidad de desencadenar un devastador conflicto bélico, la sobriedad e inteligencia de China vis-à-vis la actitud abusiva de Estados Unidos, están conduciendo al mundo hacia un escenario positivo, aunque inesperado: el empoderamiento de los países del Sur Global y la gestación de un nuevo orden internacional de carácter multilateral. En resumen, no es el fentanilo ni los aranceles los que están en juego, sino la naturaleza bélica de Estados Unidos confrontada con la sabiduría de un pueblo con 5 mil años de historia. Los desenlaces del Dilema de Tucídides aún están por escribirse.